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Opinión

El Corazón de la Auyama…

Cuantas veces hemos repetido y escuchado de boca de otros este famoso refrán que desde hace mucho forma parte de nuestro folclore “El corazón de la auyama lo conoce el cuchillo”, y aún así insistimos en hacer juicios basados en apariencias, ordenamos muy fácil la vida de otros  asumiendo que su realidad se limita a lo que podemos apreciar o lo que hemos escuchado decir de ellos, o peor aún, servimos de medio de esparcimiento de comentarios que ponen en tela de juicio la moral de gente a la que siquiera conocemos por mero entretenimiento.

La vida es un regalo invaluable que Dios ha puesto en nosotros, pero vivir es probablemente la tarea mas dura que nos ha tocado, y  esto hace de la vida más que un regalo un compromiso que nos cuesta entender, por lo que cada uno trata de hacerlo como puede.

para los que sin mayores dificultades aceptan su realidad y en base a esta construyen su futuro la vida es “facil”,   hay quienes para sus adentros no entienden lo que viven, pero por guardar apariencias de ser seres perfectos hacen creer que manejan el asunto, pero la inmensa mayoría trata de aprender con la experiencia  el arte de vivir. estos son alumnos de las experiencias, que buenas o malas son las que forjan su carácter. cometen errores  a veces pensando que están en lo correcto, pagan las consecuencias de sus errores y a pesar de lo dura que puedan ser las mismas continúan, porque a pesar de los tropiezos hay momentos de felicidad que hacen interesante y excitante la aventura de vivir. y después de todo esto hay que convivir con ciertos personajes que sin interesarse en saber las razones que lo han llevado a ser como es  desperdician su existencia y satisfacen el morbo haciendo conclusiones de las vidas ajenas fundamentados en pareceres  que la mayoría de las veces son errados.

una forma de demostrar amor por el prójimo es “poniéndonos en sus zapatos” antes de emitir juicios, recordando que la vida no viene con un manual, que no es facil para nadie aprender a enterderla o vivirla sin pretender hacerlo, o simplemente recordando lo que tantas veces ha repetido la abuela

“El corazon de la auyama sólo lo conoce el cuchillo”._

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