Mi infancia transcurrió en un peculiar vecindario llamado Gazcue, al cual me mudé con mis hermanos y madre cuando salimos de Santiago en 1979.
Nos instalamos en un edificio de apartamentos, yo solo contaba con 4 años, era una nueva experiencia tener que transitar por una escalera para llegar o salir de mi hogar, pues hasta ese momento solo había vivido en una casa de un solo nivel, en cuyo jardín se encontraban sembrados varios árboles frutales.
En Santiago tenía varios amiguitos, todas las tardes cruzaba la calle (yo solito) y llegaba hasta la otra esquina a jugar con Manuel, su casa estaba como a doscientos metros de la mía.
El tenía un carrito amarillo de esos de pedales y nos pasábamos toda la tarde sin que nadie se preocupara haciendo carreras calle arriba y calle abajo.
Es increíble lo que ha cambiado la vida en este país, pues mis hijas hoy tienen 10 y 11, y tan solo pensar que van a salir solas de la casa y cruzar la calle me produce mucho estrés, yo sin embargo con solo 4 anos me desplazaba en mi vecindario con total libertad sin que existiere peligro.
Bueno, eso cambió un poco al llegar aquí, mi madre por desconocer el barrio estaba medio paranoica, no nos dejaba salir del parqueo del edificio.
Esto en los primeros días de estancia en la urbe, limitó el acceso a nuevas amistades. Estaba más desubicado que un ciego en una montaña rusa, definitivamente extrañaba mi vida en la vieja ciudad.
Una tarde hastiado de hacer nada, salí como todos los días supuestamente a jugar al parqueo, una vez allí le pregunté al señor que limpiaba las áreas comunes del edificio:
¿Dónde hay niños?
El me señaló una casa vieja color crema de tres niveles que hay en la esquina, la misma por su aspecto siniestro rememoraba la vivienda de los “Monsters”, daba miedo, parecía embrujada.
Lo pensé 2 veces y me armé de valor. Imagínense a este Gusarapo de 4 años tocando la puerta de una casa donde viven completos desconocidos.
Knoc, Knoc, Knoc, se abrió la puerta al tiempo de que un chirrido oxidado retumbaba, ante mi apareció EVA la primera mujer del mundo, una doña con el pelo blanco, arrugas por todas partes y una expresión de que le hedía la vida, era la imagen perfecta de la bruja mala que nos presentan en los muñequitos.
No me asusté pues en mi trayecto me había preparado mentalmente para algo peor.
Ya para esa época estaba vieja, es increíble, cuando la veo hoy 30 años después, me doy cuenta de que está idéntica, Dona Rosa parece que sufrió de vejez prematura, jajaja.
Ella me miró y preguntó de mala gana ¿Qué quieres? Y yo le respondí ¿Aquí viven niños? Tras lo cual en alta voz grito Marinooooooo ven que te buscan…
Apareció este personaje, un tiguerito flaaaaaaaco, con los moñitos malos, medio rubio (jabao), con un peinado partido para el lado bastante pariguayo.
Inmediatamente nos hicimos amigos, lo que perdura inclusive hasta la actualidad.
Este personaje y yo, día a día, conjuntamente con mi hermanito 2 años menor, exploramos los recónditos lugares de las 2 cuadras contiguas a nuestras casas.
Fue increíble, ya que producto de estas aventuras descubrimos todos los dias nuevos amiguitos, hasta que reclutamos una trulla como de 20 carajitos jodones.
La padilla estaba formada por el malvado Joran y su hermana la Fari, el David, Marinito (Frente de guagua), Michael (Buche de plomo), Luis Emilio (El molis), Julito (el gago), Angel mi hermano (huesitos), Guido (bembe Gil), Joselito (el eco loco por su escasa higiene) Yanatna, René (el diabolico), Ignacio (Tito Sabaneta), Juan Enrique y otros cuantos más que escapan de mi memoria.
Todas las tardes nos juntábamos a jugar.
Por sus cercanías, nuestro patio de juegos era el parqueo del Palacio de Bellas Artes y todas sus demás anexidades e instalaciones.
Allí armamos innumerables torneos de Baseball, policías y ladrones, guerras de almendras, cacerías de lagartos y cualquier otra cosa o juego imaginable y no imaginable.
Recuerdo un día junto una mata de Almendras que habia en el jardin de Bellas Artes del lado que colinda con la Clínica Gómez Patino, cuando en el medio de un combate, lancé un almendrazo medio alistraniado, el mismo por su trayectoria erratica se le pegó en la cabeza nada más y nada menos que a Freddy Beras-Goico.
Nunca en mi vida había escuchado tantas malas palabras juntas salir de la boca de un adulto, mi pandilla salió huyendo, para mi desgracia yo no lo pude hacer porque ese día había llegado cargado con unos juguetes nuevos que debía recoger antes de emprender la huída, por lo que Don Freddy me capturó in-situ.
Ya se imaginarán estaba cagado de miedo, llamaron a un Policía que estaba allí, la imagen de autoridad de ese señor me hizo comprender que estaba metido en un lío más grande del que creía.
Don Freddy con mucha razón para estar molesto, pues el almendrazo se le notaba marcado en la frente, me preguntó:
¿Donde vives?
Yo, casi llorando le señalé mi edificio, el cual para esa época se divisaba desde ese lugar.
Debo declarar que en todo momento respetaron mi integridad física, cosa que cambió radicalmente al llegar a casa.
Me mandaron con el policía a donde mi Mamá, subimos las escaleras y tocaron el timbre, Dona Ada al ver al agente comprendió que había problemas.
Este le explicó la naturaleza del lío, confió el castigo a mi progenitora y se marchó.
Se cerró la puerta, me llevaron a mi habitación y tomaron la correa gorda de Super-Man que vino con un disfraz que le habían regalado a mi hermano y me propinaron 5 azotes con ella.
Dicho evento fue el que me estrenó en este mundo de CONTRARIEDADES que todas las semanas con un poco de gracia les traigo.
CONTINUARA…
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