Medio día, aun con el uniforme del colegio, sentado en la mesa con mi comida en frente, el chavo del 8 en la tale y mis hermanos junto a mi.
Era diciembre, ya en el colmado de enfrente estaban a la venta los tan esperados fuegos artificiales.
Me tragué la comida sin tan siquiera masticar.
Aprovechando la ausencia de mi madre, salí a la calle sin bañarme y sin cambiarme el uniforme, pues me tenía que reunir con el malvado Jorán, con quien desde el día anterior había planeado, que con el dinero de la merienda compraríamos varios petardos (montantes) para poner en ejecución algunas hazañas pirotécnicas, tales como explotar botellas de vidrio, reventar unas cuantas lagartijas y lanzar en orbita una que otra lata de metal.
Luego de adquiridos los insumos necesarios para ello, nos reunimos en la esquina de su casa, hicimos un arqueo de los proyectiles y nos pusimos manos a la obra.
Esa tarde en nuestro vecindario sonarían más explosiones que en Faluyah!!!
Tal como planeado las latas volaron, las botellas explotaron, los lagartos murieron incinerados, mientras que la pobre doña Rosa (EVA LA PRIMERA MUJER DEL MUNDO “LA ABUELA DE MARINO”) sufría un ataque de nervios.
Tras media hora de joder e inventar, nuestro arsenal se agotó, quedando sólo 1 petardo más.
Nos miramos a la cara y nos pusimos a discutir la mejor forma de utilizarlo. Tras una larga charla llegamos a un consenso y nos dirigimos a nuestro patio de juegos (el palacio de Bellas Artes).
Penetramos por una ventana.
Para el que no conoce el edificio, se trata de una edificación de 2 niveles, con amplios salones y pasillos, por la altura de su techo en algunas de las habitaciones se forma un eco fuera de lo común, muy apropiado para la maldad que teníamos en agenda.
Sigilosamente comenzamos a deambular por todo el edificio, de repente escuchamos el sonido de un piano que salía de un salón medio oscuro, metimos la cabeza y vimos al pianista mientras absorto ejecutaba las notas de una pieza clásica.
Nos miramos a la cara y pensamos que esa era nuestra oportunidad.
No puedo negar que éramos unos corajitos malos y bellacos, si en algún momento me gané un pedazo del infierno creo que fue en esa época de mi vida, jajaja.
Encendimos nuestro explosivo y lo lanzamos dentro del salón, unos segundos más tarde detonó, sonó como una bomba atómica magnificada varias veces por el eco del cuarto, la música del piano dejó de sonar, el músico del susto dio un salto que lo hizo chocar con el techo.
Salimos huyendo tras lo cual dejamos atrás gritos, humo y ruido.
Producto de la risa que me producía el hecho, hasta la barriga me dolía.
Unos pasos acelerados sonaban atrás de nosotros, los policías que cuidan dicho edificio nos estaban persiguiendo.
Llegamos a la ventana por la que entramos y salimos volando por ella, tras lo cual nos ocultamos en unos arbustos de Coralillo que había junto al edificio.
Esperamos agachados dentro de la maleza como 40 minutos, tras lo cual supuestamente para despistar y no pasar frente a los policías, cruzamos la Máximo Gómez, dimos una vuelta a la manzana, volvimos a cruzar la avenida y nos dirigimos por la Santiago a nuestras casas.
Nos sentamos en el banquito que estaba en el Colmado, pensando que ya no corríamos peligro nos pusimos a hacer la historia a nuestros amiguitos.
Saben que una de las funciones del uniforme es identificarte? ¡Yo no lo sabía hasta ese momento!!!
Se paró un carro detrás de nosotros, salieron 2 hombres y uno de ellos dijo mientras me señalaba “ese fue”, si el del uniforme caqui con azul, el frío me bajó al estomago y pensé “mierda me jodí”.
Me agarraron por un brazo y comenzaron a interrogarme, el sabio de Jorán al ver la acción, disimuladamente se escurrió hasta su casa como si no fuera con él, dejándome el lío a mi solito.
Para mi desgracia en ese mismo instante venía pasando mi mamá, quien volvía del trabajo un poco cansada.
Mi vieja al ver la actitud amenazante de esos 2 individuos salió en mi defensa.
El que parecía ser el jefe dijo “que bueno doña que usted está aquí, venga para contarle…”
Le hizo todo el cuento y le agregó un poco más, puesto que mintió al decir que se habían quemado y roto algunas cosas.
Mi vieja que siempre tuvo la mano medio ligera, no me dio ni el beneficio de la duda, ¡oh, oh!!!, supuestamente no somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario…? Que pasó con el debido proceso de ley??? de manera sumaria y sin averiguar mas, me propinó un pescozón en tiempo real.
Tras lo cual les dijo a los señores que no se preocuparan, que ella iba a tomar la justicia en sus manos, me subió los 3 pisos del edificio con una pela onomatopéyica en sílabas, te, di, je, hi, jo, de, la, gran, pu, ta, que, no jo, die, ras, mas, tu, ve, ras, lo, que, te, voy, a, ha, cer, su, be…, con cada una de las cuales me propinó un tablazo en la espalda o la cabeza.
Entramos al apartamento y apareció en sus manos, la tristemente celebre correa de Super-Man (ver blog anterior), con la cual terminó el castigo.
Les juro que esa fue la última vez que salí de casa sin bañarme y con el uniforme, jejeje.
Comentarios Recientes