Sebastian Vettel ha vuelto. Este domingo no sólo ha ganado el Gran Premio de Japón, sino también la confianza de los aficionados ligeramente decepcionados por sus ansias de inexperiencia, no siempre rentables, que le llevaron en las últimas carreras a cometer errores sólo perdonables a pilotos demasiado jóvenes y fogosos. La emoción en el campeonato ha vuelto. Suzuka debería estar protegida como una de las pistas más bonitas del año. Lástima que la realización televisiva siga perdiendo momentos clave que darían más color y sentido a la trama de la competición.
Ni la lluvia en los entrenamientos, ni la clasificatoria a pocas horas del inicio de la carrera, ni todos los planes trastocados por el inusual horario pudieron achantar a Sebastian Vettel en Japón.
El piloto alemán dominó el fin de semana cumpliendo las expectativas de que éste era un circuito para Red Bull. Y lo era. Y lo fue: sin problemas desde la salida, Sebastian sólo perdió el liderato cuando entró a boxes. Ni siquiera su compañero de equipo, Mark Webber, pudo hacerle sombra. No hubo órdenes de equipo, nadie alteró nada, ni oficial ni ocultamente: Red Bull dejó a sus pilotos rodar libres, a pesar de que Webber es el líder y habría conseguido una ventaja mayor sobre Fernando Alonso si Vettel le hubiera cedido el puesto. Ésta es la diferencia con Ferrari. Que a algunos les guste más o menos es cuestión de opiniones. El caso es que Red Bull ha resucitado tras unas carreras más bien flojas, y al mundial le salen alas con pegatinas de Red Bull.
Este nuevo resultado, en general, deja el mundial más reñido de lo que ya lo teníamos. El rendimiento de Ferrari fue fabuloso, aunque quizá suene exagerado teniendo en cuenta que sólo Alonso pudo ser tercero (y quizá gracias al abandono de Kubica a las primeras de cambio), pero lo cierto es que el F10 del español mantuvo la compostura y sostuvo el ritmo de los inalcanzables coches de la bebida energética. Gracias a él, Ferrari sigue en la lucha por ambos mundiales, aunque el de constructores esté cada vez más lejos.
Stefano Domenicali está cansándose de Felipe Massa (sus declaraciones tras la carrera nunca habían sido tan duras), aunque al mismo tiempo confía en que en las tres últimas carreras su cordero descarriado vuelva al redil. Y es que el accidente en la primera curva no tuvo perdón: cerrado por el interior, se tiró a la tierra y, junto con el bordillo, salió catapultado sobre el pobre Liuzzi. Felipe ha perdido todas las opciones no sólo de aspirar seriamente por el título, sino también la confianza de su propio equipo.
La increíble curva 130R volvió a asustarnos. Ya lo hizo en el pasado con Allan McNish en un accidente prácticamente idéntico, en la clasificatoria de 2002, cuando el piloto atravesó literalmente las barreras de protección. Jaime Alguersuari ya la probó el año pasado, y esta vez ha sido Di Grassi en los libres.
En la carrera, Rosberg tuvo suerte de que recientemente hayan asfaltado su escapatoria (que antes era de tierra), si no hubiera tenido un brutal accidente en su adelantamiento a Buemi por fuera de la pista. Nico intentó emular el magistral y ya inolvidable adelantamiento de Fernando Alonso a Michael Schumacher por el exterior, pero le quedó menos limpio.
Quien sí que hizo su propia demostración de adelantamientos limpios y preciosos fue Kamui Kobayashi. No nos equivocamos cuando le vimos en el Gran Premio de Brasil del año pasado: este japonés no es un kamikaze como sus predecesores. Tiene su propia chispa de loco sobre ruedas, pero es capaz de sobrepasar sin hacer locuras insensatas. Cometerá errores (recordemos Singapur) y muy probablemente se meta en alguna polémica, pero este domingo le dio un buen repaso a varios pilotos, incluidos Sutil, Barrichello y Alguersuari por dos ocasiones. El español intentó defenderse del japonés infructuosamente, abriéndose sobre Kamui que, pese a todo, se mantuvo firme frente a los toques del de Toro Rosso.
Fernando Alonso, por su parte, realizó una carrera sólida y competitiva en un trazado que no le favorecía en absoluto. Solo, sin Massa de escudero, el español se benefició del abandono de Kubica en la segunda vuelta. Pero luchó codo con codo contra el McLaren de Jenson Button en plena arrancada, hasta adelantarle limpiamente. En la primera parte de la carrera, Fernando optó por una carrera conservadora para defenderse de los McLaren. Luego, tras comprobar que tenían a Button y Hamilton bajo control, optó por intentar acercarse a los Red Bull. Pero era imposible. Como mucho, podía mantener la diferencia a duras penas.
El ritmo de los rivales cumplió las promesas. Ésta era la pista menos favorable para Ferrari, y ahora esperan que las tres últimas carreras puedan dar las alegrías que esperan para hacerse con los mundiales. Las calculadoras, de momento, siguen apagadas en Maranello.
Una vez más, la realización nos defraudó y nos perdimos a Kubica perdiendo una rueda, el adelantamiento de Rosberg a Buemi en 130R, el de Schumacher a Barrichello en la chicane, el accidente final de Rosberg (desde alguna cámara exterior) y tantas y tantas imágenes que quedarán perdidas… Esperemos que en Corea instalen bien las cámaras en el nuevo circuito para no perdernos, de verdad, ningún detalle de este debut en el mundial de Fórmula 1. Hay mucho en juego y dos ojos no abarcan tantas emociones. Lo veremos, con suerte, dentro de quince días.
Via: F1
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