Luis Urzúa, jefe de turno del yacimiento San José en el momento del accidente del pasado 5 de agosto, fue el último de los 33 mineros en ser rescatado luego de más de dos meses de confinamiento a 700 metros de profundidad.
Poco antes de ser rescatado, Urzúa agradeció al primer rescatista, Manuel González por todos los esfuerzos realizados durante su rescate.
”Me siento feliz, estamos a gusto y muchas gracias a ti Manuel por estar en esas condiciones en la mina. Hay que tener una hombría y carácter como el que tú tienes”, dijo.
Urzúa, de 54 años, de profesión topógrafo, es el único minero proveniente de un hogar de clase media y es hijo de un desaparecido de la dictadura de Augusto Pínochet (1973 – 1990).
También es sobrino de Sergio Irribarren, concejal de su pueblo natal, Vallenar, localizado al sur de Copiapó.
El último de los 33 mineros tiene 31 años de experiencia bajo tierra y es conocido como el hombre del liderazgo por su aplomo, prudencia y por comportarse como un capitán que no abandona su barco.
El jefe del grupo se dedicó gran parte del tiempo que pasó bajo la tierra a dibujar los planos del área donde se encontraban los trabajadores en el yacimiento para idear alguna ruta de escape.
En los primeros días de encierro, cinco de los 33 hombres se rebelaron contra su autoridad, pero Urzúa logró alinearlos y crear armonía en el grupo.
Urzúa fue el hombre que habló con el ministro de Minería, Laurence Golborne cuando éste se comunicó con los trabajadores a través de un telefonillo.
“Le habla Luis Urzúa, soy el jefe de turno (…). Estamos bien, esperando que usted nos rescate”, le contestó Urzúa al ministro durante la llamada.
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